28.10.09

   Hoy he tenido un momento incómodo con los niños.

  Por fortuna ninguno de ellos sabe hablar todavía y no tengo que aguantar gritos de "mamá, mamá" constantemente, pero los llantos no me los quita nadie y hoy el recién llegado, el chino, estaba muy nervioso.
  Al principio le he intentado ignorar. He cerrado la puerta de la habitación y he subido el volumen de la tele. Pero no podía concentrarme en nada y el pánico ha empezado a subírseme por la espalda por si alguien le oía y se preocupaba más de lo normal.

  Así que no he tenido más remedio que abrir el armario, cogerle de los pelos y llevármelo prematuramente a la cocina (todavía faltaba un rato para la hora de comer).
  Le he preparado un biberón con Xanax, para que se estuviera tranquilito y bueno, como es habitual, he abierto mi libro de Cocina del Mundo y he buscado una receta acorde con el crío. He leído pollo agridulce y he soltado una carcajada tremenda.
  Era pronto y no tenía mucha hambre, así que me he preparado sólo la mitad y el resto lo he metido en el congelador con su correspondiente pegatina. Nunca se sabe cuándo podré pillar a otro con buena pinta, así que no me viene mal tener cuatro o cinco de reserva por si se me da un mes malo.

  Yo creo que para mañana me prepararé al argelino, que esta mañana le he visto mal color. No sea que con la tontería se me muera y lo tenga que tirar, que luego tiesos no hay quien los corte.

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